El postparto seguramente sea uno de los momentos más complicados para las madres, acaban de vivir uno de los mayores cambios de su vida y el desarreglo hormonal no ayuda demasiado. La tristeza postparto es muy común y suelen tenerlo casi todas las madres, pero esta tristeza puede convertirse en algo más y derivar en una depresión postparto, una patología que muchas madres no se tratan porque ni tan siquiera son conscientes de que la están sufriendo…
Pilar fue mamá hace cinco años, estuvo feliz y pletórica durante todo el embarazo, pero una vez que tuvo a su hijo en brazos no fue como ella esperaba “me comportaba que no era yo, me daba miedo todo, estaba triste todo el día y no podía controlar esa sensación”, nos cuenta. Cuando su marido tuvo que incorporarse al trabajo la cosa se agravó “no me atrevía ni a sacar al niño a la calle porque me daba miedo bajar los escalones de la acera”, recuerda. Pilar pensaba que era normal, nadie la preguntó cómo se encontraba y ella dio por hecho que eran las hormonas y que se le pasaría…
Cuando te acabas de convertir en madre el tiempo para la queja, para llorar o para sentirte triste pasa a un segundo plano, además te sientes culpable por sentirte así porque lo que se espera de ti es que sientas una felicidad plena por tener a tu hijo a tu lado. Olalla Martínez Rubín, psicóloga-psicoterapeuta especialista en niños, familias y pareja asegura que debemos “desestigmatizar la depresión y dar información sobre ella en los cursos de preparación al parto, en las visitas al médico, a la matrona, etc. De esta forma una mujer que está pasando por esto lo podrá identificar, conocer y pedir ayuda”.
Según nos comenta Olalla uno de los rasgos característicos de la depresión postparto es que la tristeza llega a ser incapacitante para la madre y nos explica que los síntomas más frecuentes son:
- Cansancio y fatiga excesiva.
- Cambios de humor muy intensos.
- Insomnio.
- Falta de apetito.
- Dificultad para relacionarse con el bebé y rechazo a éste de forma continua.
- Irritabilidad, enfados desproporcionados que no se ajustan a la situación que se está viviendo.
- Sentimientos de tristeza que suelen venir acompañados de culpa.
- Anhedonia o dificultad para experimentar placer en las actividades que antes disfrutaba.
Pilar recuerda que ella lo tenía todo preparado para dar a luz en su ciudad natal, pero todo se adelantó tres semanas y se encontró dando a luz en su ciudad de residencia, teniendo que pasar por una cesárea de urgencia y sin tener cerca ni a familia ni a amigos, “que el parto no fuera como yo esperaba tampoco ayudó”. Además, a la semana de estar en casa tuvieron que ingresar al pequeño porque estaba perdiendo peso, “cuando volvimos a casa fue cuando más me angustié y me sentí más triste”, asegura.
Todo el entorno de Pilar le decía que era normal, que se le iría pasando, pero un día, cruzando una calle, se le pasó por la cabeza “si ahora me pilla un coche ya dejo de angustiarme…”, nunca se lo ha contando a nadie porque acto seguido tuvo un sentimiento de culpa enorme por llegar a pensarlo, “se suponía que tenía que estar contenta pero yo solo tenía ganas de llorar”. La normalización de los estados anímicos en el postparto muchas veces nos puede llevar a no darnos cuenta de que quizá la situación se esté agravando, “no recuerdo que nadie me preguntara cómo me encontraba, si estaba bien…”, nos explica.
Ya nos alerta Olalla Martínez Rubín: “Es común confundir la depresión con el baby blues (tristeza postparto) y muchas veces cuando la mujer llora o muestra su cansancio, este no se toma en serio. Esto facilita que la mujer crea que lo que siente es normal o que no es para tanto, y que no pueda pararse a pensar que lo que le pasa es una enfermedad que se puede curar y que se le puede ayudar”.
El apoyo del entorno es fundamental y de vital importancia para que esa tristeza postparto no derive en nada más, la creencia de que no deberíamos sentirnos así hace que la madre cargue con una gran culpabilidad. “Si cuando vemos los primeros síntomas de tristeza, de desesperanza, la madre recibe ayuda, entendimiento, relevo para que pueda descansar, comprensión para que pueda llorar y aceptar que no estar contenta no significa ser mala madre puede ayudar a prevenir la depresión o que esta se agrave”, nos asegura la psicóloga-psicoterapeuta Martínez Rubín.
“No se lo que tuve porque nunca pedí ayuda, fui consciente de que me pasaba algo, me esforzaba por salir y poco a poco fui superándome”, nos cuenta Pilar. Entre la vergüenza que sienten las madres por exteriorizar sentimientos negativos en cuanto a la maternidad y la poca información que se tiene sobre este tema es muy común que la mayoría de las depresiones postparto no lleguen ni tan siquiera a diagnosticarse.
Martínez Rubí recoge los datos: “La OMS (Organización Mundial de la Salud) habla de la depresión postparto como la patología más frecuente en las madres. Estima que el porcentaje es de un 10% en países industrializados. Otros estudios estiman que el 13% de las mujeres sufren depresión postparto, y apuntan a que el 75% de estos casos no se detectan de manera formal y por tanto no se tratan”. Para esta psicóloga-psicoterapeuta especialista en niños, familias y pareja “el problema es que a las madres les sigue dando mucha vergüenza hablar de sentimientos negativos ante la maternidad que están viviendo. Y a veces entre el personal sanitario y las familias no hay suficiente formación e información para poder detectarla y prestarle las ayudas oportunas y necesarias”.
Olalla nos explica que para ella es importante que “se tome conciencia en toda la sociedad, empezando por los centros de preparación al parto, que igual que nos preparan para el parto y para detectar posibles complicaciones en el embarazo, aumentar también la información y formación en los temas emocionales y de relación del bebé, así como la existencia tan frecuente de la depresión postparto y poder detectarla. Como sociedad debemos apostar por las madres, sin exigirles ese modelo tan perfecto como inalcanzable”.
Como psicóloga-psicoterapeuta especialista en niños, familias y pareja, Olalla Martínez Rubín asegura que la maternidad es “una etapa que conlleva tantos cambios físicos y emocionales que toda ayuda es poca”, y aconseja que “pidan ayuda cuando la necesiten y acepten las ayudas. Así que la compañía, los grupos de madres e incluso la ayuda de un psicoterapeuta donde poder ir haciendo este tránsito a nivel emocional sería una fantástica compañía hacia este viaje de la maternidad y ayudaría a prevenir posibles complicaciones”.
Pudimos hablar con Olalla Martínez Rubín y tuvimos la oportunidad de profundizar más en este tema, puedes leer la entrevista completa pinchando AQUI
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