Entre los 8 y los 12 meses aparece en los bebés la denominada angustia por separación. No es otra cosa que no querer irse con otras personas que no sean sus padres o sus cuidadores de referencia. Es algo absolutamente normal y que de hecho evidencia que hemos desarrollado un vínculo afectivo fuerte y sano con nuestro hijo. La angustia por separación supone un gran avance en su desarrollo. Significa que el bebé acaba de descubrir que existe como individuo y por tanto que puede ser «abandonado».
Por qué aparece y cuándo se desarrolla
Entre los 4 y los 7 meses los bebés desarrollan lo que se conoce como el sentido de «pertenencia de objeto», es decir, que las personas y las cosas existen aunque no podamos verlas. En torno a los 8 meses es cuando el niño descubre que es un individuo pero todavía no tiene conocimiento del concepto tiempo. La angustia por separación aparece por la inseguridad que sienten los bebés cuando no ven a sus padres. Al no tener conocimiento del tiempo no saben si se van un minuto o no van a volver nunca.
A pesar de que los bebés entre los 8 y los 12 meses cada vez son más independientes, con la aparición de la angustia por separación nos puede parece que han dado un retroceso pero nada más alejado de la realidad. La aparición de esta ansiedad es un proceso madurativo necesario en nuestros hijos, significa que están adquiriendo conceptos sobre si mismos y sobre el entorno. Al tomar conciencia de que son un individuo comienzan a experimentar también la soledad, algo que sin lugar a dudas no les gusta.
En esos momentos da igual que la separación sea por unos minutos (porque vamos al cuarto de al lado) o por unas horas, nuestro hijo va a sentir la misma angustia. Tal y como decíamos no tienen consciencia del tiempo por lo que no sabe si es un momento o es que no vas a volver nunca. No debemos caer en el error de pensar que nuestro hijo tiene «mamitis» o es que le hemos acostumbrado demasiado a los brazos. Nuestro pequeño está viviendo un proceso madurativo en el que debemos estar presentes para transmitirle la seguridad y confianza que necesita.
En torno a los dos años volveremos a vivir un nuevo proceso de angustia por separación, aunque de un modo diferente. En ese momento es cuando dejan de ser considerados bebés y se dan cuenta de que son un individuo absolutamente independiente a la madre. Por esta razón comienzan los miedos a que les pueda pasar algo y necesitan asegurarse de que estarás a su lado si te necesita. Este proceso te lo cuento en el post ¿Por qué mi hijo me llama tantas veces antes de dormir?
Qué sentimos los padres cuando nos separamos
El proceso de separación no es sencillo ni para nuestros hijos ni para nosotros mismos… Supone una angustia tener que dejar a nuestro hijo llorando y son diferentes emociones encontradas las que podemos sentir (y todas ellas muy válidas):
- Culpabilidad: La maldita culpa que nos acompaña en demasiadas ocasiones… Al dejar a nuestro hijo podemos sentirnos culpables por «abandonar» a nuestro pequeño por otros quehaceres y mucho más si no es por «obligaciones» laborales. En este sentido quiero dejarte un par de artículos que creo que te serán de utilidad sobre la importancia que el autocuidado tiene en nuestra vida: La importancia del autocuidado y El autocuidado: Una pieza esencial en la maternidad
- Agobio: Es normal sentir agobio por la cantidad de tiempo que demandan nuestros hijos. Durante el periodo en el que los pequeños pasan por la angustia por separación es lógico que vivamos una angustia mayor porque la demanda crece y además no hay ningún persona que pueda sustituirnos.
- Agrado: Aunque te pueda parecer mentira también es muy normal que sintamos una sensación agradable al ver que nuestro hijo sólo quiere estar con nosotros. Hemos pasado muchos meses forjando una relación con él y en ese momento es cuando sentimos que tenemos un vínculo afectivo sano y fuerte.
Qué puedo hacer
Lo primero que debemos hacer es asumir esta angustia por separación como algo normal y que forma parte del proceso de desarrollo de nuestro hijo. No hemos hecho nada mal como padres y es algo temporal que poco a poco nuestro pequeño irá superando. Sólo es cuestión de tiempo y de confianza el que esos episodios de angustia cada vez sean menores pero si nosotros lo vivimos con ansiedad se la trasladaremos a los niños.
Aportar confianza y seguridad a nuestro hijo hará que este proceso sea mucho más sencillo para él. Acaba de darse cuenta de que existe como individuo y por ello es como si tuviera que comenzar de cero a confiar en su entorno. Validarle lo que está viviendo, explicarle las situaciones y no forzarle en situaciones innecesarias harán que los pequeños vayan acostumbrándose a la «nueva realidad» que están viviendo y experimentando. Saber que nos tienen cerca y que estamos disponibles cuando nos necesitan es una gran forma de ir labrando ese puente de confianza que necesitan los más pequeños.
Podemos jugar con ellos para que vean y experimenten que los juguetes y las personas desaparecen y luego vuelven a aparecer. Juegos como el cucu-tras o el escondite y también con cajas o cojines, en donde escondamos objetos y luego los volvemos a sacar. Con estos juegos disfrutan mucho y además interiorizan que aunque dejemos de ver algo/alguien luego volvemos a verlo.
Es muy útil que practiquemos la separación poco a poco. Podemos ir dejando al niño con otras personas durante periodos de tiempo cortos. Como en cualquier proceso de aprendizaje es necesaria la práctica para que el niño entienda como se desarrollan los acontecimientos. Es mejor que podamos realizar este proceso poco a poco y atendiendo el ritmo del niño. No será beneficioso para ningún encontrarnos con la obligación de tener que dejarle toda una jornada sin que antes lo hayáis vivido.
Consejos para las despedidas
La despedida es el momento crucial. Nosotros como padres debemos transmitir a nuestros hijos seguridad y confianza, y debemos tener claro como debe ser ese momento. Vamos a ver algunos consejos para que esas despedidas sean lo más beneficiosas posibles para nuestros hijos:
- Tratar de no iniciar la guardería entre los 8 y los 12 meses: Ese momento es el periodo donde viven más intensamente la angustia por separación. Si podemos organizarnos es mejor que comencemos este proceso antes de los ocho meses o después del año. Debemos tratar de no separarnos cuando el niño tenga hambre o este cansado, ya que la angustia será mayor.
- Cortas, amables y firmes: Elabora un ritual de despedida y hazlo siempre que tengas que decir adiós a tu hijo (las rutinas ayudan a los niños a estar más tranquilos). No alargues el momento de la despedida, que sea corta, cariñosa y prestando toda tu atención al pequeño. Una vez que le digas que te vas, cúmplelo, no vuelvas…
- Explícale donde vas y cuando vas a volver: Hacer participe a tu hijo de la situación le ayudará a tranquilizarse. Como hemos dicho no tienen el concepto de tiempo pero sí de las situaciones o conceptos. «Mamá se va a trabajar y cuando termines de comer vuelvo a buscarte», de esta manera él tiene un referente para saber cuando vas a volver.
- Cumple aquello que digas: Es fundamental para forjar la relación de confianza que vuelvas a buscarle en el momento que has dicho. Si no sabes si vas a poder cumplirlo es mejor que no digas nada. Si cuando estamos construyendo los cimientos de la confianza fallamos será mucho más difícil que confíe en lo que le decimos.
- Transmite confianza: Es fundamental que tu hijo vea y perciba que confías en aquellas personas con las que le estás dejando. Que en la despedida te vea feliz y tranquila hará que él se quede más tranquilo y confiado. Si tu hijo te ve con cara de preocupada o triste al dejarle con otra persona, ¿cómo crees que se sentirá?
Como hemos comentado la angustia por separación es un proceso madurativo que debe vivir el niño y por ello no podemos saber cuánto tiempo va a durar. El cómo vivan y cómo evolucionen en esa ansiedad dependerá de cada niño, de su evolución, de su carácter y de como se adapte a las nuevas situaciones. Lo fundamental es que estemos a su lado, le acompañemos en sus sentimientos y entendamos que debemos darle su tiempo.