La disciplina positiva llegó a mi vida…

Cuando nació mi hija mayor tuve claro que no quería una educación “tradicional”, autoritaria y en la que el día a día familiar es yo ordeno y tu obedeces. La educación respetuosa fluía de forma natural, todos participábamos en casa y las normas surgían y se ejecutaban sin que hubiera  mayor problema, era el vivo ejemplo de la “niña trampa”, así que en seguida fuimos a buscar el hermanito… 

Ya en el embarazo note que mi paciencia y mi forma de relacionarme con mi familia no era exactamente igual, pero cuando llegó el pequeño a casa fue cuando descubrí que… ¡las matemáticas tienen excepciones! Y es que en lo que a hijos se refiere, uno más uno NO son dos… Allí que comenzamos a tratar de encajar la lactancia exclusiva y el ritmo de un bebé con llegar a todo (cole, extraescolares, cumpleaños, trabajo, la casa…), el día a día nos consumía y no éramos capaces de conseguir una fórmula que nos funcionase. Allí estaba yo, “la madre zen”, habiendo convertido el grito en algo cotidiano, pero lo peor de todo es que no sabía ni cuándo ni cómo había ocurrido. Fue mi hija la que me hizo darme cuenta de ello, cuando un día se me quedó mirando y me dijo “mamá me das miedo”, no es necesario describir como se me calló el mundo…

No podíamos seguir así y comencé a buscar información sobre educación respetuosa, entender a los niños, resolver conflictos sin castigos ni gritos… Un modelo de crianza que yo ya había implantando en casa pero que ahora no era capaz de retomar y encajar en mi nueva situación familiar. Así fue como me tope con la disciplina positiva, enseguida me engancho, era el fiel reflejo de la educación que yo quería tener con mis hijos, así que me puse a leer sobre ello y a coger pequeñas pinceladas que empecé a aplicar enseguida, y como por arte de magia el ritmo frenético comenzó a rebajarse. El secreto, en ese momento, no estaba en la disciplina positiva, ni en mis hijos, ni en mi marido, estaba únicamente en mi cambio de actitud, y en encontrar la validación de que esa educación que yo quiero existe, tiene nombre y además cuenta con muchas herramientas que podían ayudarme en mi día a día.

Encontré en internet dos personas que me resultaron fundamentales, Elisa Molina (@educarencalma) e Isabel Cuesta (@unamadremolona) y comencé con algunas de las recomendaciones de lectura, ambas de Daniel J. Seguel y Tina Payne Bryson:

  • El cerebro del niño 
  • Disciplina sin lágrimas

Para mí fueron dos joyas absolutamente reveladoras con las que interiorice algo que pocas veces va asociado a la maternidad: El AUTOCUIDADO. Cuando en nuestro entorno tenemos a alguien que tiene a su cargo a otra persona, ¿qué es lo primero que recomendamos? Sal un poco, despéjate, vete a descansar… Pues esto es lo mismo, nuestros peques dependen de nosotros y necesitan que estemos bien para que todo funcione. Te prometo, que solo con cambiar ese aspecto, mi vida familiar mejoró de una manera increíble.

Luego me surgió la oportunidad de hacer el taller online Programa BÁSICO – Educar en Calma con Disciplina Positiva de Elisa Molina y fue cuando pude “practicar” muchas de las herramientas que tiene la disciplina positiva, además de enseñarme y revelarme cosas tan importantes como entender el mal comportamientos de mis hijos, mirar un poco más allá en cualquier conflicto que surge y entender la importancia de una educación a largo plazo, gracias a Elisa Molina pude ver a mis hijos dentro de 25 años, es una imagen que uso mucho cuando necesito calmarme. 

Pero, sin duda, la guinda del pastel ha sido poder acudir a un taller presencial con Isabel Cuesta, es absolutamente revelador vivir y sentir en primera persona muchas de las cosas o frases que les digo a mis hijos, no hay mejor forma de empatizar que cuando sientes en tu piel. Fueron dos mañanas llenas de sentimientos y emociones a flor de piel, pero creo que una de las cosas más importantes que he aprendido es no solo a validar los sentimientos de mis hijos, sino que también tengo que validar los míos… el primer paso para sanar es validar y como hemos dicho antes, el autocuidado es fundamental. Gracias a Isabel me he dado cuenta de lo importante que es valorar la pertenencia, todos somos pilares fundamentales en nuestra familia y todos necesitamos sentir que pertenecemos a ella y que tenemos un papel importante, pero sobre todo gracias por reedescubrirme a mi compañero de vida. 

Aquí empieza el camino, muchos serán los días en los que nos equivocaremos, pero servirán para continuar aprendiendo y solo espero que cuando llegue el futuro haya conseguido trabajar bien los retos del presente. 

Si quieres saber más no te pierdas el post Qué es la Disciplina Positiva en el que podrás conocer más a fondo las bases, los pilares y las herramientas de este modelo educativo.

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