¿Qué te han enseñado tus hijos?

Desde que soy madre me he dado cuenta que tengo cualidades que antes ni por asomo tenía… Estamos todo el día pendientes de la crianza y la educación de nuestros hijos, tratando de ser el mejor ejemplo para que su aprendizaje vaya por el “buen camino”, pero ¿nos hemos parado a pensar la cantidad de cosas que nos enseñan ellos a nosotros?

Son muchas las cosas que diariamente me sorprenden de los peques y es cierto que diariamente, y más desde que empezamos esta situación del COVID-19 y el confinamiento, tengo grandes aprendizajes de ellos, pero sobre lo que me gustaría reflexionar es sobre que ha cambiado en mi desde que soy madre, es decir, que he aprendido y que es diferente en mi a raíz de tener a mis hijos.

Mi mayor cambio ha sido la paciencia… suena a tópico, lo se, pero quien me conoce sabe bien que es verdad. Nunca he tenido paciencia, para nada, me costaba mucho esperar y ni hablar de ser paciente con el resto de la gente, pero con la llegada de mi hija mayor fue como si me apareciera de repente, nació de la nada y parecía que había sido la persona más paciente del mundo siempre. De hecho mi entorno se quedo absolutamente sorprendido y fue comentado durante mucho tiempo… mi hermano mayor estaba tan alucinado que solo alcanzaba a decirme “la maternidad ha sido lo mejor que te ha pasado en la vida”.

Durante todo el embarazo no pude estar más ansiosa, disfrutaba del momento pero la verdad que, como todas supongo, estaba como loca por conocer a mi pequeña. Como ya os he dicho nunca he sido una persona demasiado paciente, así que en la semana 38 de embarazo (que ya está considerado a término aunque la fecha de parto sea en la 40), ya lo tenía todo listo y estaba convencida de que mi hija nacería en esa semana… Pues no, mi hija nació en la semanas 40+2 (nos podéis imaginar que dos semanas pase esperando a que se desencadenara el parto), me puse de parto la noche antes del día que teníamos programada la inducción. Unos amigos siempre me recuerdan que estaba totalmente insoportable, todo el día de “nones”, nada me parecía bien… Yo en mi cabeza había calculado que mi hija nacería en la semana 38 y la espera se me hizo insoportable, primera enseñanza, ya antes de que naciera… no planees el parto, será cuando tu bebé este listo 😉 y tras esto 30 pacientes horas de parto.

Con mi hijo pequeño fue al contrario, también estaba deseando conocerlo, por su puesto, pero con un niña de dos años y medio el llegar a la semana 40 me parecía que era lo mejor… Los ginecólogos me avisaron de que el pequeño seguro que se iba a adelantar, así que en mi cabeza solo pensaba, que pasásemos las vacaciones de Semana Santa y ya podía nacer cuando quisiera, ¿qué pasó?, que recogí a mi hija mayor del colegio el día que les daban las vacaciones, fuimos a comer a casa de mi madre y cuando estoy acostando la siesta a la pequeña noto como rompo aguas, no me lo podía creer, semana 37+3. Luego fue un parto larguísimo, ya que estuvimos dos días y medio de inducción, en definitiva mi hijo quería enseñarme que mis ansias por tenerlo todo controlado y mi manía de que todo salga como yo lo he previsto no son grandes aliados en la maternidad 😉

En el post Cuando tu parto no es el esperado os cuento más sobre cómo fueron mis partos, que como vaticina su título distaron mucho de ser como yo los había planeado…

La maternidad es un camino complicado en donde las dudas sobre si lo estarás haciendo bien te asaltan continuamente y nuestros hijos nos ponen al límite casi diariamente, por eso a veces pienso que mis partos fueron de esa manera porque mis hijos me traían las enseñanzas justas que iba a necesitar para que luego la crianza fluyera entre nosotros. Necesitamos grandes dosis de paciencia diarias para no desesperarnos, para entenderles y para enfrentarnos a los retos diarios que nuestros pequeños terremotos nos ponen. Y por otro lado, necesitamos saber que es imposible que podamos tener todo controlado, está bien ser previsora y adelantarte a las situaciones que pueden llegar a venir, pero también es fundamental que sepamos que esas mismas situaciones pueden cambiar por completo en una milésima de segundo y tenemos que estar preparadas y entender que no pasa nada, que la improvisación es un ingrediente maravilloso en esta aventura de ser madre.

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