Uno de los grandes retos cuando tienes hijos es la forma en la que quieres educarlos. Son muchas las dudas que te asaltan y la presión social de «cómo se debe educar» no nos ayuda. La obediencia es uno de los puntos clave. La etiqueta de «niño obediente» es una de las grandes aspiraciones de muchos padres porque va asociado con niños «bien educados» pero, ¿debemos criar hijos obedientes?, ¿no sería mejor tener hijos colaboradores? Vamos a ver algunos aspectos que nos hagan recapacitar sobre esta pregunta…
Obediencia ciega
Para saber si queremos criar hijos obedientes debemos saber que significa este concepto. Obedecer, según la Real Academia de la Lengua, es «cumplir la voluntad de quien manda». Este concepto va relacionado directamente con la obediencia, que significa «que se presta sin examinar los motivos o razones de quien manda».
Todavía continúa existiendo muchas relaciones autoritarias de los padres con sus hijos. Esto suele ir asociado a una obediencia ciega por parte de los niños, es decir, sin cuestionar aquello que se les pide y sin que tengan opción a replica. La etiqueta de «ser obediente» únicamente se utiliza con los niños. Cuando vamos cumpliendo años, la persona «muy obediente» va asociado a aquella que no toma decisiones, sumisa y que seguramente no tenga capacidad de liderazgo… Cuando nos planteamos que queremos hijos obedientes, ¿nos paramos a pensar en los adultos que nos gustaría que fueran dentro de unos años? En el post Etiquetar a los niños: ¿por qué no debemos hacerlo? encontrarás información sobre las consecuencias que tiene las etiquetas que muchas veces ponemos a los pequeños…
Forjar una relación de confianza
Qué te parece si en vez de basar la educación en la obediencia tratamos de forjar una relación de confianza en donde ambas partes respeten y confíen en las decisiones de los otros. Seguramente tu confías ciegamente en determinadas personas de tu entorno, ¿qué es lo que te ha llevado a tener esa confianza? En ese sentido es hacia donde debemos trabajar con nuestros hijos. Un yo ordeno y tu obedeces es imposible que tenga un sustento a largo plazo. Puede funcionarte durante algún tiempo pero no te olvides que la crianza es una carrera de fondo.
En este sentido, un punto clave es que la confianza debe ser mutua, es decir, nosotros también debemos confiar en la capacidad de nuestros hijos para tomar decisiones. Si queremos sembrar la semilla de la responsabilidad en nuestros hijos debemos darles la oportunidad de hacer y decidir. Esto no quiere decir que la permisividad deba instaurarse en nuestros hogar pero sí que debemos hacer participes a nuestros hijos de las normas y los límites que existen. Debemos estar abiertos a que ellos participen de ellas y además tenemos la obligación de dejar que tomen decisiones, que se equivoquen y que busquen las soluciones para esos errores.
Abandonemos esos típicos «porque lo digo yo». Ofrecer una explicación de por qué existe una norma y estar dispuesta a escuchar otras soluciones es una manera de confiar en que los demás también son capaces de resolver los conflictos. Soy consciente de que para esto es necesario tiempo y paciencia (y no siempre la tenemos) pero las prisas en la crianza acaban convirtiéndose en nuestro peor enemigo. Una relación de confianza sólo puede forjarse desde el respeto, en el artículo ¿Por qué debemos hablar con respeto a nuestros hijos? encontrarás información que seguramente te resultará útil para entender la importancia de esto.
Cuando se forja una relación de confianza mutua es mucho más fácil que «obedezcamos» a aquello que se nos propone pero para ello es necesario que estemos dispuestos a escuchar. Para que nuestros hijos confíen en nosotros deben sentir que nosotros también confiamos en ellos y en sus capacidades. Y que estamos dispuestos a escuchar y a llegar a consensos en los que todos nos sintamos cómodos. En este sentido la obediencia deja paso a la colaboración algo que será mucho más útil a nuestros hijos durante su vida.
Cuestionar y pensamiento crítico
Si únicamente obedecemos a todo aquello que nos mandan acabamos perdiendo nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos y no desarrollamos el pensamiento crítico. Acabas acostumbrándote a que otras personas tomen las decisiones por ti y no te molestas ni en intentarlo, ¿para qué? Este tipo de situaciones acaban haciendo creer al niño que es incapaz e inútil, lo que deriva en una deficiencia asumida.
Ante la falta de tiempo que normalmente tenemos nos incomoda que los niños cuestionen nuestras decisiones (sin hablar si encima lo hacen en público). Tendríamos que ver este hecho como un gran logro por parte de nuestros hijos. El que los niños cuestionen el por qué deben hacer las cosas no es que estén retando a los padres sino que es un síntoma de que tienen capacidad de pensamiento crítico y que necesitan argumentaciones.
Cuando tu hijo se encuentre en plena adolescencia y le ofrezcan probar algún tipo de sustancia, ¿verías con buenos ojos que aceptara sin plantearse nada o preferirías que cuestionara la situación? No podemos pretender que nuestros hijos se comporten de una manera cuando son pequeños y de otra totalmente diferente cuando crecen. Si quieres que tus hijos aprendan a pensar por ellos mismos déjales que ensayen y practiquen, todo se aprende pero si te dan la oportunidad.
La obediencia, tal y como hemos visto, somete al obediente y no deja que se desarrolle. Esto no quiere decir que no debamos enseñar a nuestros hijos que se deben acatar las normas. En ocasiones podemos no estar de acuerdo con determinadas normas pero debemos cumplirlas, esto también es importante que se lo enseñemos a los niños. Estas situaciones podemos salvarlas desde el respeto y la colaboración. El modo de cómo se cuestionen las cosas es muy importante y aprender a tolerar la frustración de que la vida en ocasiones no es como nos gustaría también.
Por qué no debemos criar hijos obedientes
Los niños obedientes suelen ofrecer tranquilidad y orgullo a los padres. Crean un clima de bienestar en el que no tienes que preocuparte de nada, todo fluye perfectamente… Pero vamos a ver que consecuencias a largo plazo puede tener criar hijos obedientes:
- Miedo: Si tenemos una educación autoritaria acabaremos desarrollando una relación de miedo con nuestros hijos. Nos obedecerán, pero no porque crean o sepan que es correcto lo que se les dice sino por miedo a las consecuencias. El miedo es un sentimiento que despierta la zona de «supervivencia» de nuestro cerebro y las tres reacciones que tenemos ante este tipo de situaciones son: La huida, la paralización o el enfrentamiento. Esta forma de reaccionar no es voluntaria. Es un mecanismo de nuestro cerebro ante las situaciones de peligro. Si tu hijo te tiene miedo su cerebro entenderá que tus reacciones lo ponen en peligro. Puedes encontrar más información en el post ¿Cómo funciona el cerebro de los niños?
- Luchas de poder: Todas las personas tenemos nuestra parcela de poder, puede ser más grande o más pequeña, pero todos tenemos la necesidad de hacer uso de ella. Si cohibimos a nuestros hijos de su parcela comenzarán las tan odiadas luchas de poder. En el post Lucha de poder con los niños: ¿Tu hijo hace uso de su parcela de poder? puedes encontrar más información sobre ello.
- Inseguridad: Un niño que no se siente escuchado y que concibe su vida como un continuo sometimiento crecerá con grandes inseguridades. No será capaz de tomar decisiones por miedo a las reacciones de los demás y terminará queriendo pasar desapercibido para no tener que enfrentarse a situaciones para las que no está preparado.
- Sentirse incapaz: Cuando un niño no practica las habilidades de vida que debe aprender acaba sintiendo que nunca será capaz de hacerlo. Enfrentarse a situaciones nuevas para las que no tiene herramientas hará que cada vez se infravalore más y acabará repercutiendo en su autoestima.
- Necesidad de aprobación externa: Cuando no se escucha a un niño y no puede cuestionar ninguna de las situaciones de su vida termina por acostumbrarse a que todo el mundo decida por él. A medida que crece necesitará que su entorno (familia, amigos, compañeros, jefe…) aprueben cada paso que da porque no confía en si mismo.
- Infelicidad: Los niños más obedientes acaban convirtiéndose en los más infelices. Son personas que desarrollan desconfianza en si mismos, timidez y no se sienten válidos. Cuando no te han dado la oportunidad de expresarte y han cohibido tus decisiones creces pensado que tu opinión es menos válida que la de los demás.
No debemos perder de vista que la educación siempre debe ser mirando al largo plazo. Todo lo que hagamos hoy repercutirá en el mañana de nuestros hijos. Como padres tenemos la obligación de enseñar a nuestros hijos habilidades sociales y de vida que les ayuden a solventar los problemas. La mejor manera para aprender es practicando y con quien mejor que con nosotros. Y ahora bien, ¿sigues pensando que debemos criar hijos obedientes? En el post recomendaciones de libros sobre crianza respetuosa tienes una selección de lecturas que te ayudarán a comprender mejor a tus hijos y a forjar una relación de colaboración entre todos.
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