Como podemos anticiparnos a un conflicto con nuestros hijos


La semana pasada en el post ¿cuánto tienen que dormir los niños? hablábamos de centrarnos en las necesidades de nuestros hijos para poder conocer los patrones de sueños de los niños y así, por ejemplo, poder anticiparnos a que este demasiado cansado. La anticipación en la maternidad nos puede ahorrar muchos disgustos. Si observamos a nuestro hijo y le hacemos participe de la situación es muy posible que podamos anticiparnos a un conflicto y evitarnos una rabieta o berrinche.

Es muy complicado evitar las rabietas de nuestros hijos. Es la forma que tienen de exteriorizar sus emociones y debemos acompañarles en ellas para que puedan ir aprendiendo la gestión de las mismas. Pero hay ocasiones en las que sí podemos anticiparnos a un conflicto hablando y explicando a los niños las cosas. Vamos a ver algunas herramientas que pueden sernos útiles para conseguirlo:

1. Mirar que las necesidades básicas estén cubiertas

Antes de hacer nada debemos asegurarnos que nuestros hijos no tienen hambre, sed, sueño… Si alguna de sus necesidades básicas no están cubiertas será mucho más complicado que los niños puedan abordar ninguna situación. Es lo primero que debemos observar porque hay muchas veces que se inicia un conflicto porque los pequeños están cansados o tienen hambre.

Esta seguramente sea la herramienta más «sencilla» pero creo que justamente por eso la olvidamos en demasiadas ocasiones. Un alto porcentaje de conflictos se pueden anticipar o incluso solucionar mirando lo básico. Si un niño está cansando es mucho más difícil que tenga paciencia, ¿no te pasa a ti lo mismo? ;). Yo siempre llevo en el bolso botella de agua y algún snack y me han salvado la vida más de una vez.

2. Contar que vamos hacer y a donde vamos a ir

Hablar y explicar lo que va a ocurrir es algo esencial para los niños. Si saben donde van a ir y que vamos a hacer afrontarán la situación con mayor seguridad. Cuando hablamos con ellos se sienten participes de la situación y la pertenencia es un punto clave en la educación.

Explicar el tiempo que nos va a llevar o que vamos a estar en un sitio también es importante para los niños. Si son pequeños y todavía no tienen noción del tiempo podemos explicárselo con que ocurrirá al inicio y que pasará cuando terminemos. Por ejemplo, si vamos a ir a hacer la compra podemos elegir que producto será el último que cojamos: «Tenemos que ir a hacer la compra, cuando lleguemos al supermercado vamos a estar un rato y cuando cojamos el pan habremos terminado». Seguramente el niño estará deseando compra el pan, pero durante la compra podemos ir contando cuantos productos nos quedan para comprarlo.

3. Dar tiempo y asegurarnos de que han entendido lo que vamos hacer

Cuando les expliquemos lo que vamos a hacer tenemos que dar tiempo para que los niños lo procesen y lo entienda. Las prisas no son buenas consejeras, pero en educación, como dice @marisamoya, son una auténtica trampa mortal. Para poder anticiparnos a un conflicto es necesario que nos tomemos el tiempo que necesiten nuestros hijos para entender que va a ocurrir. Si ya empezamos con prisas desde el inicio será muy complicado que podamos conseguir el fin que buscamos, que es tratar de evitar el conflicto.

Una buena técnica para saber si nuestros hijos han entendido lo que les hemos explicado es preguntarles y que ellos mismos expliquen que vamos a hacer. Si ellos mismos reproducen la situación nos aseguramos que nos han escuchado y que han comprendido lo que va a pasar, con esto podemos evitar malos entendidos.

4. Conocer las necesidades de nuestros hijos

Debemos ser realistas y conocer a nuestros hijos, cada niño tolera las cosas de una manera y debemos respetarlo. Si sabes, por ejemplo, que a tu hijo le cuesta estar sentado durante un tiempo prolongado no puedes pretender que este en la consulta del médico esperando una hora… En ocasiones no podemos evitarlo pero en ese caso para anticiparnos al conflicto podemos validar que es difícil para él, que sabemos que tiene que hacer un esfuerzo y ofrecerle nuestra ayuda.

Cuando sepamos que vamos hacer algo que a nuestro hijo le cuesta es fundamental que el niño sepa que comprendemos y respetamos su malestar: «Se que es difícil estar sentado». El mero hecho de sentirte comprendido ya es un gran paso para rebajar la frustración. Cuando estamos explicando a nuestro hijo lo que vamos a hacer, podemos buscar juntos alguna solución que haga que la situación sea más llevadera: «Tenemos que ir al médico y se que es difícil estar sentado tanto tiempo, ¿quieres que llevemos algo para que la espera no sea tan aburrida?»

5. Involucrarles en lo que tengamos que hacer (sentimiento de pertenencia)

Cuando sentimos que se nos tiene en cuenta y podemos participar en las cosas es mucho más fácil que nos guste hacerlo. En función de la edad que tengan los niños podrán participar de una manera u otra, pero te aseguro que desde que son bien pequeños pueden colaborar. Si además podemos añadirle el ingrediente del juego, todo se vuelve mucho más fácil…

Hay dos días a la semana que mis hijos tienen extraescolares, ese día llegamos con el tiempo justo para baños y cenas. Es un tema que hemos hablado pero nos cuesta… Como ya hemos dicho las prisas son las peores consejeras y más con los niños, además llegan más cansados y con hambre. Tiene todos los ingredientes para que a la mínima se produzca un conflicto, pero ser consciente de ello me ayuda a que afronte la situación de otra manera. Para esos días tenemos el «qué apostamos de la ducha rápida», no es más que poner un temporizador para ver si somos capaces de terminar la ducha antes de que suene la alarma. Lógicamente no siempre funciona pero los juegos siempre son una buena herramienta para rebajar tensiones.

6. Observar a nuestros hijos

La observación es lo que más información puede darnos sobre nuestros hijos, conocer sus actuaciones o su forma de reaccionar es vital. En cualquier situación podemos anticiparnos a un conflicto si sabemos que precede a un enfado o que le produce frustración a los pequeños. De esta manera podremos ofrecer compresión previa a que se desate la rabieta y podemos ofrecer soluciones o herramientas para que los niños vayan aprendiendo a tolerar y resolver esas situaciones.

Conociendo a nuestros hijos será mucho más fácil que podamos ayudarles a conocerse a si mismos. Es importante que los niños sientan y sepan identificar que les ocurre cuando, por ejemplo, se enfadan o están tristes. Saber identificar las señales de nuestro cuerpo que preceden a una emoción nos sirve para poder gestionarla antes de que » se apodere» de nosotros.

7. Ser realistas con la etapa evolutiva de los niños

Muchas veces pedimos cosas a nuestros hijos para las que no están preparados. No debemos perder de vista en que momento evolutivo se encuentra nuestro hijo y ser conscientes de lo que pueden o no pueden hacer. Un niño de un año tendrá muchísima menos paciencia que uno de tres, y no es porque no quiera sino porque su madurez cerebral no le permite tenerla. En ocasiones creemos que nuestros hijos actúan de determinada manera para molestarnos o dejarnos en evidencia y nada más lejos de la realidad.

Antes de ir a algún sitio o hacer alguna actividad con tu hijo piensa si está preparado para ella, si sabes que no la mejor forma de anticiparnos a un conflicto es que busquemos otra alternativa. Poco a poco podemos ir trabajando esas áreas para que los niños las vayan aprendiendo pero la madurez cerebral es un punto clave que no podemos perder de vista en el ámbito de la educación.

8. Respetar las decisiones tomadas

Como ya hemos dicho anteriormente hablar y explicar lo que vamos a hacer es una herramienta muy útil. Un punto clave en este sentido es que respetemos las decisiones que hemos tomado con anterioridad. Por ejemplo, vamos a ir al parque pero sólo tenemos un rato corto, antes de salir de casa explicamos al niño que vamos a ir al parque pero que tenemos menos tiempo que otros días. Cuando lleguemos al parque podemos recordarle el tiempo que nos vamos a quedar y cuando se acerque la hora de irnos dar la opción de que elija el último columpio o la última actividad que quiere hacer.

Es importante que respetemos la decisión que habéis tomado, ha llegado la hora de irse y el pequeño ha decidido que era lo último que quería hacer en el parque pero la «última» debe ser real. Si quieres que tu hijo aprenda a respetar las decisiones los primeros que debemos respetarlas somos nosotros y no caer en la tentación de «una más y ya», porque sino la «última» no llegará nunca. El respeto empieza por uno mismo y si tu hijo ve que respetas aquello que decidís será mucho más sencillo que él aprenda a respetarlo.

Y si no hemos podido anticiparnos al conflicto, porque hay muchos de ellos que son «improvisados», tenemos que hacer uso de la varita mágica de la educación… Paciencia, paciencia y más paciencia. Piensa que las rabietas son la manera que tu hijo tiene para expresar lo que está sintiendo. Su cerebro inmaduro no es capaz de gestionar las emociones y tu eres su principal referente, de como tu actúes en ese momento será como él aprenda. En como gestionar rabietas y berrinches en los niños encontrarás recursos con los que vivir y acompañar a tu hijo en esos momentos.

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